Mas confluencias en el Oeste

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Pampa
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Mas confluencias en el Oeste

Nota por Pampa »

Como parece que ha gustado el tema, les continuo compartiendo mis cacerías recientes, esperando que alguno se prenda en próximas.
Aguará: esto es lo que te perdiste. En San Luis hay algunas vacantes, podemos planear algo.


UN ASOMO A LA PAYUNIA

El Oeste Pampeano y el Este Mendocino me atraen fuertemente. Como de costumbre la cacería de confluencias es la excusa perfecta para viajar y conocer estos remotos parajes. Tengo pendientes en esa zona, sobre el paralelo 36, las confluencias con los meridianos 67, 68, 69 y 70.
El fin de semana del 11 de septiembre, junto con Gabriel Sales y mi fiel Suzuki partimos en busca de tres de ellas, dejando la 70, en plena cordillera, para épocas fuera del deshielo y de nevadas. Salimos de Santa Rosa el sábado bastante tarde con la idea de ir a dormir lo más cerca posible de la zona, así el domingo completo nos daría tiempo para todo.

Llegamos a la noche a la pequeña centenaria ciudad de Santa Isabel, donde por $ 57 cenamos y pasamos la noche en un modesto hospedaje. Hacía bastante frío por la noche al irnos a costar pero a la mañana temprano fue peor: el termómetro marcaba 2°C bajo cero.

Pusimos proa a La Humada, donde debíamos dejar a la pasada una encomienda para el amigo Juan Pagano, el intendente de la localidad, que nos había ofrecido alojamiento pero que no pudimos aprovechar porque se nos hizo muy tarde el sábado.

A las 8:30 entramos al pueblo, que parecía víctima de una bomba neutrónica: no había un solo ser humano a la vista, seguramente todos durmiendo. Decidimos dejar la encomienda a la vuelta, más tarde para no perturbar la impresionante tranquilidad. No teníamos derecho a hacerlo.

Seguimos hacia Agua Escondida, elevando lentamente nuestra altura sobre nivel del mar llegando a estar cerca de los 1000 metros. Se comienzan a ver montañas con nieve, algunas con mucha reciente. En el pueblo llamamos en una casa para pedir que nos dieran agua caliente para el mate, lo que conseguimos amablemente. Acá ya había algo de actividad, pero mucho frío: aún no subíamos de cero.

Ya en Mendoza, seguimos por la ruta 186, navegando el track visualizado con el Earth Google acercándonos rápidamente al 3669 en medio de unos paisajes espectaculares: montañas de color rojizo, pampas verdes, nieves eternas, escoriales, etc.

Entramos a la zona de La Payunia, donde dicen se encuentran la mayor concentración de volcanes del planeta. El camino en general está muy bueno y seguimos subiendo hasta llegar a casi 1800 metros sobre el nivel de mar en un lugar llamado Pampa de Los Pajaritos. Ya cerca de la zona de la 3669 aparecen las instalaciones abandonadas de la Mina Ethel, las que visitaremos al regreso. Comenzó una tenue nevisca.

Nos desviamos de la ruta principal por un sendero que nos acercaría a 1000 metros de la confluencia y cuando llegamos al punto donde debíamos caminar, en un acto de arrojo, decido hacer off road y tratar de llegar con la chata a la mismísima confluencia.

Es una suave cuesta tapizada de arbustos espinosos y rocas con fuerte riesgo de pinchaduras pero con alto contenido de adrenalina. Al cabo de un rato de escuchar los quejidos de la camioneta sobre las piedras y la vegetación logramos la confluencia sin bajarnos del vehículo, lo que es la primera vez que me ocurre. El lugar es desolado pero pintoresco y esta rodeado en la lejanía de montañas nevadas: el Payun Matru, de 3700 metros domina la escena desde la distancia.

Lo habitual: las fotos obligatorias, los abrazos y los comentarios sobre la nueva “hazaña”. Gabriel no puede creer lo que le exijo a la Suzuki.

Es hora de volver rápido, porque con el entusiasmo, ahora queremos las otras dos confluencias planeadas, además de echarle un vistazo a la mina Ethel (mina de Manganeso, no piensen otra cosa)

LA MINA ETHEL, LA 3668 Y EL “CAMINO” DEL PARALELO

Al desandar el camino de la 3669 volvimos a pasar frente a las instalaciones abandonadas hace más de 30 años de la Mina Ethel, donde se extraía manganeso.
Entramos al obrador, semi derruido, sin signos de humanos, aunque alguien debe vivir allí a juzgar por unos paneles solares no muy viejos. Todo está muy abandonado.

Vemos unos caminos que suben al cerro adyacente y por supuesto los encaramos: hace mucho que nadie transita por ellos. A poco de subir aparece el primer túnel para ingresar a la mina pero con la dificultad que para hacerlo hay que atravesar un pozo muy profundo sobre unas oxidadas vías usadas para los carros que extraían el mineral. Yo no me animo a pasar a pie (las locuras las hago arriba de la chata), pero Gabriel sí y se mete adentro el socavón con la filmadora. Sale maravillado pero muerto de frío. Evidentemente encontré un compañero de aventura loco como yo aunque en aspectos diferentes. Gracias a él hay alguna foto de la caverna.

Seguimos recorriendo los senderos sobre la montaña y aparecieron múltiples túneles de acceso, aunque todos muy empinados, sin posibilidad de entrar sin riesgos. Hay agujeros y pozos por todos lados y sin duda es muy peligroso si no se anda con mucho cuidado ya que entre la vegetación aparecen trampas mortales: si alguno decide venir a visitarla tengan en cuenta mis comentarios. La excursión valió la pena, aunque siempre queda el sabor amargo de algo abandonado, como es bastante común en nuestro país.

Seguimos viaje de regreso y pasamos por el Puesto La Agüita, donde la familia Sagaz ofrece un alojamiento campestre interesante (Keñi) si uno decide quedarse en la zona para hacer trekking y aislarse del mundo. Para el off road, si bien el lugar es fantástico, al ser parte de la Reserva Natural El Payún la actividad está muy acotada. Cuesta no hacer macanas.

El sitio es muy frío, era mediodía y un pequeño arroyito de las inmediaciones estaba aún congelado. Según el puestero de noche suele haber 15°C bajo cero.

Retornamos por Agua Escondida y llegamos a La Humada a eso de las 15:00, donde ahora sí había gente. Pasamos a ver a Juan Pagano, le dejamos la encomienda y le consultamos sobre cómo llegar a la 3668. Según él, caminos existían pero la única duda sería alguna tranquera con candado. Cargamos combustible y nos largamos hacia el norte por la ruta provincial 27, un cortafuego convertido en camino, con tranqueras cada 5 kilómetros que nos aburrimos de abrir y cerrar.

Llegamos así al paralelo 36 y por suerte había camino sobre él bordeando un alambrado, que oficiaba de limite interprovincial. Doblamos hacia el este y nos posicionamos sobre el meridiano 68 a 230 metros de la confluencia. Bajamos y caminamos por entre los arbustos hasta llegar exactamente a la confluencia: otra más en el mismo día.

Envalentonados decidimos intentar la tercera siguiendo el camino del paralelo hacia el este, ya que parecía posible en las fotos satelitales. Para cruzar el Arroyo de La Barda, bastante caudaloso en esta época, sabíamos que hace poco se había inaugurado un puente, así que todo cerraba: si construyeron un puente debe haber camino para usarlo. Nunca confíen en la lógica. Arrancamos hacia el este por una huella bien marcada pero a medida que avanzábamos cada vez estaba menos transitada y por supuesto plagada de tranqueras. Lo llamativo era la gran cantidad de vizcacheras (cuevas donde viven vizcachas) que no son muy comunes de ver. Sin duda por aquí hay poco tránsito.

Después de duros 65 kilómetros en medio de la nada, la huella prácticamente desapareció a sólo 7 kilómetros del asfalto y el puente. Teníamos el ánimo alto, así que nos propusimos pasar a toda costa: primero un par de cañadones profundos y después un cortafuego en construcción con tierra muy suelta donde en varios momentos temí quedar colgado, nos depositaron en Puesto Ugalde, a metros del nuevo puente. Nos preguntamos la utilidad el mismo ya que la huella que transitamos era sólo para guapos y no vimos otra posibilidad de usarlo excepto para el puesto citado. De todos modos, menos mal que estaba el puente, porque el Arroyo de La Barda, meses atrás seco, ahora tiene un caudal respetable. El lugar se llama Paso de Los Vinchuqueros, seguramente relacionado con los que combaten a las vinchucas que transmiten el Mal de Chagas. Llegamos a la ruta 151 de asfalto y vemos que el camino del paralelo seguía ahora muy bueno. Estábamos a sólo 17 kilómetros de la 3667. Continuamos pero al cabo de 5 kilómetros una tranquera nueva, con candado nos cerró el paso.

Ya eran las 18:00 y se nos terminaba la luz diurna por lo que decidimos dar por concluida la cacería: dos de tres nos es poco para un solo día y así tendríamos excusa para volver por la zona.

Pasamos de nuevo por Santa Isabel y volvimos a Santa Rosa después de 1120 kilómetros bien disfrutados.


fotos en: http://ar.pg.photos.yahoo.com/ph/srzere ... 55&.src=ph
Sergio
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