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Gustavo
Suzukero Extremo
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Nota por Gustavo »

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El estado del tiempo influye sobre la gente.


El estado del tiempo influye sobre la gente en un grado muy superior al que nos imaginamos, y por eso la incidencia de la meteorología sobre la actividad humana siempre ha sido tema de estudio de numerosas disciplinas científicas. En los últimos años, los economistas se han sumado a esta tendencia, descubriendo correlaciones insólitas entre la lluvia y la conducta de las personas.

Desde la óptica de los economistas, lo más interesante del estado del tiempo es que nadie puede conseguir ni impedir que llueva, nieve, haga frío o calor. Esto contrasta con los cambios sociales que son impulsados por las personas, como las modificaciones en las leyes. Con frecuencia, se crean nuevas leyes cuando existe la percepción de que se enfrenta algún serio problema social; por ejemplo, una ola delictiva. Luego de un tiempo de aplicación del nuevo marco legal, el problema disminuye.

El tiempo, sin embargo, es muy diferente. Uno puede estar completamente seguro de que el tiempo puede ser bueno o puede ser malo, pero que de ninguna manera está al servicio ni bajo el control de los seres humanos; a veces resuelve problemas, a veces los provoca. El estado del tiempo suele generar shocks en el sistema que constituyen una valiosa herramienta para ayudar a los economistas a comprender el mundo.

Un caso típico es lo sucedido durante el siglo XIX en Bavaria. El mayor problema de esta ciudad centroeuropea eran las excesivas lluvias, que afectaban la siembra y la cosecha del centeno, el principal producto agrícola de la región. Utilizando una tabla histórica de precipitaciones elaborada por las Naciones Unidas, se descubrió que el precio del centeno era mucho más alto en los años lluviosos, y como el centeno era el componente principal de los platos de los ciudadanos bávaros, los precios de los alimentos en general también aumentaban. Esto representaba un serio problema social, dado que en esa época, una familia de bajos recursos consumía más del 80% de sus ingresos en alimentos. Como existen registros meticulosos de la actividad criminal de entonces, se pudo establecer una sólida correlación entre los años lluviosos, el precio del centeno y la tasa de delitos contra la propiedad: los tres índices subían y descendían proporcionalmente según la cantidad de lluvia de cada año. Como la lluvia elevaba los precios de los alimentos, las familias pobres se veían obligadas a robar para subsistir.

Pero los crímenes violentos también descendían drásticamente en los mismos períodos. ¿Cuál era el motivo? Que el 10% de la producción anual de centeno se utilizaba para fabricar cerveza. En los años lluviosos, el precio de la cerveza aumentaba y en consecuencia se consumía menos; y los delitos violentos, provocados en su mayoría por sujetos alcoholizados, eran mucho menores.

Se ha descubierto que las lluvias tienen a menudo un efecto sorprendente sobre la violencia. En un estudio sobre las revueltas civiles en Estados Unidos durante la década de 1960, William Collins y Robert Margo utilizaron la cantidad de lluvia como variable para la comparación entre las ciudades que sufrieron las manifestaciones más violentas, con respecto a aquellas donde los disturbios podrían haberse producido si no hubiese llovido. Los analistas descubrieron que no hay nada mejor que una copiosa lluvia para aplacar una revolución civil. En 1968, luego de dos durísimos días de altercados en Miami que finalmente se diluyeron bajo la lluvia, el sheriff del condado Dade le pidió a sus colaboradores que rezaran para que continuara lloviendo algunos días más.

Por su parte, los economistas Edward Miguel, Shanker Satnayath y Ernest Sergenti elaboraron un documento que analiza la influencia de las lluvias en las guerras civiles africanas. Observaron que de 43 países del Africa subsahariana, 23 de ellos sufrieron alguna crisis de guerra civil entre los años 1980 a 1990. Si bien las causas de toda guerra suelen ser complejas, existía un factor común en todas ellas. Los economistas descubrieron que uno de los síntomas más confiables para predecir una guerra civil es la falta de lluvias. Usando los datos de las precipitaciones mensuales de diferentes países africanos (que en su mayor parte basan su economía en la agricultura), encontraron que la escasez de lluvias durante una temporada conducía inevitablemente a una crisis económica a corto plazo, lo que a su vez exaltaba los ánimos de la población, provocando disturbios generalizados.
Gallego Gustavo.


Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
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