Aún así no pudo romper mi espíritu previsor, cargué el inflador y la Victorinox.
El destino, aunque desconocido, no era lejano. Viejos pueblos de Córdoba esquivados por las rutas y con nombres ignotos.
A poco de transitar algunos kilómetros de tierra el camino cambió a un paisaje lunar, totalmente seco y con pequeñas protuberancias que parecían destinadas a desarmar la carrocería de La Mulata. Lo más parecido a este trayecto es un camino de "serruchos" interminable. Los sacudones finalmente acabaron cuando nos encontramos con un fino polvo que el viento se ocupaba de esparcir para dificultar la visión. No mencioné mi presagio aunque era consciente de lo que seguía: guadales. Sin dudar de la capacidad de la GV los encaré decidido hasta que esta naturaleza de sequía plena me llamó a la realidad, el guadal era demasiado alto y por momentos me mantenía sin tracción, debí detenerme y recurrir a la 4L. Cuando las ruedas delanteras adquirieron tracción me quedé sin visión lateral por el polvo levantado. El HDI a 2500 RPM en primera terminó superando la resistencia al talco de tierra y logramos escapar de aquella trampa de 50 cm. de tosca disuelta. Estimo 2 Km.
Fue necesario tragar 4 Quilmes en el próximo pueblo para aclarar nuestras gargantas. Para el regreso buscamos pavimento, hoy en el lavadero me cobraron un recargo.

