Tiempo pasado.

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Gustavo
Suzukero Extremo
Mensajes: 6589
Registrado: 13 Dic 2004 18:33
Ubicación: Tres Arroyos y Claromecó

Tiempo pasado.

Nota por Gustavo »

Por qué todavía no me compré un DVD



Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas

y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le

ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos.

Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los

doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se

encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar.

¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!

Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las

grasas en los repasadores.

Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como

podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.

Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y

ahora no sé por dónde se entra.

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez

por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora

todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de

los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero

inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para

toda la vida.

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que

venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de

copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de

loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos

tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi

infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí.

Lo hacen adrede!!

Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco

tiempo para que tengamos que cambiarlo.

Nada se repara.

Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers

casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos?

¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los

talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y

más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los

últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto:

¡¡Cuando yo era niño

por mi casa no pasaba el basurero!!

¡¡Lo juro!!

¡Y tengo menos de........... años! Todos los desechos eran orgánicos e

iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando

del siglo XVII).

No existía el plástico ni el nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no

estaban rodando las quemábamos en San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o

se quemaban.

De por ahí vengo yo.

Y no es que haya sido mejor.

Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el

guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al

'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular

una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección

electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer,

la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para

cambiarlo)

Me educaron para guardar todo.

¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no.

Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué

cosas nos podían servir y qué cosas no.

Y en el afán de guardar,(porque éramos de hacer caso) guardamos hasta

el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del

jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su

celular a los pocos meses de comprarlo?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para

los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni

cubierto.

Y guardábamos.

¡¡Como guardábamos!!

¡¡Tooooodo lo guardábamos!!

¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡

¿Cómo para qué?!

Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para

quitarnos el barro.

Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los

bares.

Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las

clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de

fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!

Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y

agujas de primus.

Y las cosas que nunca usaríamos.

Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo

se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.

Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.

Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones

sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.

Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte.

Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que

se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de

los encendedores descartables.

Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en

sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban

las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las

dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del

congelador al techo de la casa.

Porque no sabíamos bien si había

que darles calor o frío para que vivieran un poco más.

No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer

que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables.

Eran guardables.

¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las

botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por

sobre todas las cosas para envolver!!.

¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario

pegado al trozo de carne!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los

cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del

almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por

si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados

porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra

que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en

los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y

los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban

vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban

aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada

que decía 'este es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa

(broches) y el ganchito de metal.

Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra

mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de

nuestros objetos.

Así como hoy las nuevas generaciones deciden

'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran

de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía

en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la

copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a

tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las

copas.

Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta

teléfonos.

Las primeras botellas de plástico se tansformaron en

adornos de dudosa belleza.

Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de

bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los

corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se

desechan y los que preservábamos.

Ah¡ No lo voy a hacer!

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son

desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es

descartable.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de

la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer.

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han

vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas

empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian

por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna

función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con

brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme

seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora

con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y

corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el

entregado.
Gallego Gustavo.


Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
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alejo68
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Nota por alejo68 »

[-o< [-o< [-o< , me trajo muchos recuerdos de cuando era muy chico, por ejemplo la bolsa de las compras de mi abuela hecha con sachets de leche, hoy estoy pisando los 40 y todo ese cambio me tocó vivirlo y ser parte de el, siempre viví en el barrio de Devoto, que queda en el extremo noroeste de la Capital, pegado a la Gral Paz, cuando era muy chico todavia quedaban quintas en lo que hoy es Av Segurola, muy cerca de donde vivía, en la Gral Paz por ejemplo, que hoy en día no da a vasto con la cantidad de autos que circulan, con mis amigos jugabamos al futbol sobre el pavimento, que en esa época era macadán
Muchas cosas han cambiado, algunas para mejor y otras tantas para peor, está en nosotros seguir con los viejos valores o plegarnos a cambios que está probado no llevan a ningún lado. El celular lo uso, mi señora ni eso, pero tengo el mismo que hace 5 años, que ni siquiera tiene GSM :wink:
Alejandro
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Juanjo
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Registrado: 16 Dic 2005 21:36
Ubicación: Quilmes

Nota por Juanjo »

GUAUUUU cuanta verdad. Siguiendo con la bolsa, les cuento que para ir al super con Sandra decidimos comprar la antigua bolsa de la feria para no usar las bolsas de mird...a que te dan en el super. Es mas resultamos favorecidos ya que al vivir en un 3º piso sin ascensor hacemos menos viajes y nos cansamos menos jejeje :wink:
Las 4x4 son lo mas. :B:
Ex1042;) Ahora 1056
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Ermitaño
Suzukero Asiduo !
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Registrado: 26 Jul 2005 14:08
Ubicación: Viña del Mar

Nota por Ermitaño »

me dejaste pensando

en que esas mismas costumbres estan en mi infancia

peso a que estoy muy contaminado de modernidad

las viejas manias de la formacion persisten

pase un buen momento leyendote

saludos
¿Un día perfecto?: Estar acurrucado con tu dama frente a la chimenea de una solitaria cabaña, mirando el paisaje nevado. Mientras afuera tu viejo y fiel suzuki espera para hacer ruta!!! (En esta historia el whisky y el tabaco son optativos).
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