El perro y el reflejo en el río.
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de
carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo
era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el
suyo.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el
trozo a su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste
porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se
lo llevó la corriente.
Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido
con tu esfuerzo.
Fabula.
- Gustavo
- Suzukero Extremo
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Fabula.
Gallego Gustavo.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
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Fabula.
Los ríos y el mar.
Se juntaron los ríos para quejarse ante el mar diciéndole:
-¿Por qué si nosotros te entregamos agua dulce y potable, haces tal
trabajo, que conviertes nuestras aguas en saladas e imposibles de beber?
El mar, percibiendo que querían echarle la culpa del asunto, dijo:
- Por favor, dejen de darme agua y entonces ya no volverán a salarse
sus aguas.
Antes de culpar a otros, fíjate primero si no eres el verdadero culpable.
Se juntaron los ríos para quejarse ante el mar diciéndole:
-¿Por qué si nosotros te entregamos agua dulce y potable, haces tal
trabajo, que conviertes nuestras aguas en saladas e imposibles de beber?
El mar, percibiendo que querían echarle la culpa del asunto, dijo:
- Por favor, dejen de darme agua y entonces ya no volverán a salarse
sus aguas.
Antes de culpar a otros, fíjate primero si no eres el verdadero culpable.
Gallego Gustavo.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
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Fabula.
El padre y sus dos hijas.
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un
fabricante de ladrillos. Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con
el hortelano, y le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un deseo especial: que
llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan
siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su
estado. Y ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se
mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos
sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la otra tiempo seco, ¿a cual de las
dos le adjunto mis deseos?
No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el mundo. Te será
imposible.
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un
fabricante de ladrillos. Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con
el hortelano, y le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un deseo especial: que
llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan
siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su
estado. Y ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se
mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos
sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la otra tiempo seco, ¿a cual de las
dos le adjunto mis deseos?
No trates nunca de complacer y quedar bien con todo el mundo. Te será
imposible.
Gallego Gustavo.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos.