Sigo con el relato…aca comienza la parte Off Road
Hasta aca la travesía había transcurrido dentro de parámetros civilizados. De ahora en mas no sabíamos bien con que nos encontraríamos. Tan solo teníamos unos waypoints de un club de 4x4 boliviano que había bajado de internet unos dias atrás y no sabia que tan confiable eran. La gente del Hotel Tambo de Uyuni nos comentó que era muy difícil y peligroso encontrar la salida del SALAR, ya que en los bordes era fácil empantanarse y además había muchas piedras en punta que podrían cortar las cubiertas. Pero nos indicaron aproximadamente por donde enfilar y que podríamos hacer noche en un pueblo llamado San Juan.
Y alli nos dirigimos. Abandonamos la isla Pescado hacia el sur atravesando el blanco salar sin mas orientación que la flecha del GPS.
En determinado momento el GPS se apaga y le cambio las pilas. Lo prendo y la flecha empieza a indicar en sentido contrario al que lo venia haciendo. Empezamos a dar vueltas en este desierto blanco con un GPS que parecía se había vuelto loco y nos invadió cierta desesperación.
Parece que el waypoint que teníamos como salida estaba dentro del salar muy lejos del perímetro. En medio de esa desolación vemos sobre el horizonte las polvareda de una caravana de camionetas. Y hacia allì enfilamos desafiando los bordes fangosos y atravesando las filosas piedras en punta de flecha. No nos importaba nada, tan solo salir del salar. Y salimos nomás. Costó…… la GV casi se queda empantanada pero no le afloje…luego vino el pedregal al que pasamos casi sin darnos cuenta, ya que la mirada estaba en el horizonte polvoriento.
El camino a San Juan es arenoso con algunas piedras sueltas. El serrucho es impresionante. Nos se puede ir a mas de 40 km/h porque la camioneta empieza a “andar en el aire”… las Toyotas LD, mucho mas pesadas y poderosas, nos pasan a 70 km/h, pero vemos como una se queda en un arenal y es auxiliada por otros guias. A veces la huella llega a tener 40 cm de profundidad y la loma central que pasa por entre las ruedas es “planchada” por el chapon cubrecarter. Hay tanta arena floja que no se puede ir con las ventanillas bajas y se tiene la sensación de lluvia seca al ver por las ventanillas laterales.
No teníamos mapas digitales de esta parte del recorrido y las huellas estaban por doquier. Nos cruzamos con un cuartel del ejército y nos dijeron que estábamos por el camino correcto. De paso nos manguearon “chala”. Finalmente llegamos a San Juan al atardecer. Es un caserío de unas 6 manzanas con ranchos de adobe y muy poco movimiento. Los hospedajes estaban llenos pero conseguimos una habitación en un albergue para gringos a unos 80 bolivianos con baño privado y eso era mucho pedir ya que la mayoría de estos lugares tienen unas literas a las que hay que llegar cruzando un patio con temperaturas de varios grados bajo cero . Salimos a caminar el pueblo de noche y hacia muchísimo frío. No había nadie y no podíamos conseguir comida. Entramos a un bar donde varios gringos estaban tomando cerveza pero no servían ni siquiera una picadita. Hay mas de un almacén por cuadra pero en ningún lugar se vendía comida elaborada, ni siquiera queso o pan. Volvimos al albergue y los gringos estaban comiendo a cuatro manos gracias a que en cada tour llevan la comida que en esta ocasión preparaba la única empleada del albergue y madre soltera de dos chicos que revoloteaban y el chofer de cada Toyota hacia de mozo de sus pasajeros. Nosotros estábamos pintados. El ultimo orejón del tarro.
No entendían el significado de la palabra sándwich y tuvimos que esperar a que los gringos terminaran su comida para que los bolivianos nos preparen unos huevos con los que armamos unos sándwiches.
Vista desde el "hotel":
A la mañana siguiente nos levantamos temprano. El guía de una de las Toyotas se mostró interesado en nuestro vehículo y nos contó que nos quedaban 280 km hasta Laguna Verde con caminos en muy mal estado, sin estaciones de servicio y sin pueblos.
Atravesamos un salar tratando de seguir huellas que “se ajusten” a lo que indicaba el GPS, pero la huella se desdibujaba cada vez mas y terminamos en un ranchito abandonado. Marcha atrás y de vuelta en el salar.
Cruzamos unas vías y justo paso un tren, así que ojo que allá los trenes circulan frecuentemente. Nuevamente vemos polvareda en el horizonte. Nos acercamos al ver unas 15 Toyotas agrupadas y un yanqui nos pide en ingles una soga para auxiliar a una que se quedo empantanada por donde nosotros habíamos llegado. No lo podíamos creer pero éramos los únicos que teníamos elementos de salvataje. Lo mas insólito fue que para sacar la Toyota invitaron a los turistas a que tiren de la soga.
Al principio me pareció un chiste pero en un segundo lo lograron! Los pilotos bolivianos empezaron a imitar nuestro acento y decían que los argentinos somos todos gauchos. Nos invitaron a seguir el recorrido con ellos, cosa que hicimos por un trecho pero luego nos distanciamos ya que sus paradas eran muy prolongadas y además iban muy rápido asi que no era fácil seguirlos.
Cada uno hacia sus propios recorridos y elegir la huella correcta era una lotería. Muchas veces la huella elegida terminaba en un lago o se empezaba a desdibujar hasta desaparecer. También se bifurcaba en varios caminos. Comenzamos un trecho bastante solitario, en donde solo nos cruzábamos con una Toyota roja.
Entonces decidimos buscar el oeste para cruzarnos con el resto de las camionetas que venian bajando….y lotería ….nuevamente lo logramos. Nos unimos al batallón de Toyotas que corrían en los arenales como una tropilla de caballos salvajes. Y nosotros éramos como un potrillito tratándose de unir a la manada. Utilizo esta comparación porque la hilera de camionetas se desarrolla en sentido piramidal y no lineal.
A un costado del camino vimos al “Arbol de Piedra” pero éste es solo el mas representativo de un montón de extrañas formaciones rocosas que se suceden en estos arenales de mas de 4700 msnm.
